Columna publicada en el portal Filo News, el lunes 9 de julio:
Más allá de que según el escueto comunicado de la AFA fueron sólo 60 minutos, la reunión duró casi tres horas. El final dejó puntos suspensivos, aunque las posturas siguen siendo las mismas del comienzo: los dirigentes entienden que el crédito del técnico está agotado, éste pretende quedarse.
Claudio Tapia y Daniel Angelici no fueron decididos a echar a Jorge Sampaoli. Querían escuchar y sobre todo, hablar y cuestionar. Claro, si el entrenador les hubiese presentado la renuncia, la habrían aceptado inmediatamente. Pero el casildense tenía otros planes.
“Soñé mucho este momento y tengo ganas de seguir”, les dijo de entrada. “Si quieren que me vaya, el dinero no será un problema, pero tengo una planificación para mi continuidad”, siguió su descargo, como el infiel que asegura que cambiará rotundamente para que le crean.
Entonces fue el turno del presidente y el vice de la AFA. Las quejas fueron desde la pérdida de autoridad hasta lo futbolístico. Desde las internas en el cuerpo técnico hasta los permanentes cambios de formaciones y el elevado promedio de edad del plantel mundialista.
También le dijeron que debía encargarse del torneo que el sub 20 jugará a fin de mes en Valencia: “Nosotros contratamos un cuerpo técnico y uno de tus ayudantes dirigía esa categoría”. Mientras transcurría la reunión, Defensa y Justicia presentaba a su nuevo director técnico, Sebastián Beccacece, que en dos días había rescindido con la AFA y había vuelto al club de Florencio Varela. Sampaoli ya estaba preparado para decir que sí. Les mostró, además, una lista de 60 jugadores que seguiría para el futuro de la selección mayor.
Tapia y Angelici le prometieron volver a reunirse más adelante, luego de juntarse con el Comité Ejecutivo para decidir de manera conjunta. Lo económico pesa: el contrato establece una indemnización de 9,2 millones de dólares si lo echan ahora y de 1,5 millón luego de la Copa América 2019. Más allá de eso, creyendo que podrían negociar ese número, lo que sostiene a Sampaoli en el cargo es la falta de un plan B.
Si uno de los técnicos de primera línea (Simeone, Gallardo, Pochettino) hubiera dado un visto bueno, ya se hubiese interrumpido el ciclo actual. Seguramente ahora comiencen a pensar qué otro entrenador podría asumir en este momento. ¿Gareca? ¿Pekerman? ¿Almeyda? ¿Almirón? Siguen siendo más ideas al viento que pensamientos concretos.
A la crisis de la selección siempre se le puede agregar un capítulo. El último es el que se cerró hoy: el técnico de la mayor dirigirá al sub 20 en un certamen amistoso mientras sabe que, a la vuelta, probablemente pierda su función original.
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La idea duró dos días. Ya había quedado claro, durante su ciclo, que a Jorge Sampaoli no le sobra constancia en sus pensamientos. Que no planifica, como escribió en su libro. O sí, pero sólo para el día a día.
Dos mañanas después de haber coincidido en que dirigiría al sub 20, cambió de parecer. Lógico: entendió que podía desgastar aun más su imagen. No sabía si los clubes cederían a los jugadores. El torneo era de menor relieve. De entrada no le habían asegurado pasajes de avión en primera línea. Hasta temía que alguien lo insultara a pedido. ¿Qué sentido tenía tapar ese hueco si nada le aseguraba continuidad?
Dos días después de que terminaran de forma amena aquella reunión, Sampaoli le comunicó a Tapia que en L’Alcudia dirigiría Lionel Scaloni y el presidente de la AFA estalló. La relación volvía a romperse, pero para siempre.
Comenzarían a filtrarse más datos para incomodar al entrenador. Ya había trascendido que Sampaoli intercedió a principios de año para que su sobrina, Lucrecia Bonavera, entrara a trabajar en la AFA como asistente del seleccionado femenino. Luego, se supo cuánto le pagarían con detalles de indemnización, que en realidad no era más que lo que querían pagarle. A Tapia ya no le importaba consultarle al Comité Ejecutivo; sólo le repetía a Angelici su idea de interrumpir el contrato cuanto antes. En el fútbol, estas decisiones nunca incluyen a más de dos o tres personas.
El sábado 14 de julio a la noche, Fernando Baredes, representante de Sampaoli, comunicó que aceptaban la propuesta económica de indemnización. Cobraría el proporcional de seis meses y medio de sueldo, casi la misma cifra que sólo un año antes la AFA le había pagado como resarcimiento al Sevilla. Nuevamente acéfala, la selección argentina, en vez de avanzar, había quedado en el mismo lugar. En el medio de ese año pasó nada menos que un Mundial.