“Cuando ganan es la Francia ‘negra-blanca-árabe’; cuando ganan, es la gentuza de los guetos”, dispara Eric Cantona en el documental Les Bleus para continuar aquel capítulo. Es que el cambio no fue definitivo: después del título de 1998, cada vez que perdieron, varios jugadores fueron acusados de “no ser franceses”.
Laurent Blanc, el antecesor de Deschamps, les entregó a los jugadores una copia de La Marsellesa apenas asumió, según recuerda el documental. Enfocar a los jugadores durante el himno se convirtió en un tema de Estado.
No importaba que Michel Platini nunca lo hubiera cantado mientras fue jugador. Ni que Fabian Pelous, récord en cantidad de presencias y capitanías en la selección de rugby, tampoco lo hacía porque no le gustaba la letra.
Lo importante era si lo cantaban los hijos de los inmigrantes. Más allá de las razones que podían esgrimir. Christian Karembeu, por ejemplo, no se unía porque le recordaba que sus ancestros de Nueva Caledonia habían sido exhibidos en una especie de zoológico humano en Francia en 1931.
Libertad, además de igualdad y fraternidad, se impone en el lema de la República Francesa. Libertad, se supone, para hacer lo que les surja y lo que sientan. Siempre y cuando ganen.
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La final mundialista de 1930 la vieron 60 mil personas en el estadio y nadie en vivo fuera del Centenario de Montevideo; ésta del domingo 15 de julio del 2018 tuvo a 81 mil personas en el estadio y a mil millones fuera del Luzhniki. Es el fútbol globalizado, el que se ve por televisión. También se decide de esa forma: fue la Copa del Mundo de la asistencia de la tecnología, el famoso VAR (Video Assistant Referees).
La tecnología, por lo menos en el fútbol, reduce las injusticias. Achica el margen de error de los árbitros. Si uno de ellos, Néstor Pitana, no observa un penal, un compatriota, Mauro Vigliano, lo ayuda desde una cabina. Antoine Griezmann lo convirtió y dos desventajas en un partido fueron demasiado para el tremendo espíritu de lucha croata.
Hasta allí, Croacia había jugado mejor. Se había impuesto en la clave línea de volantes. Desde el 2-1, Francia desplegó su característica principal. Justo en Moscú, armaron el pozo para hacer la trinchera. Con la idea de cortar y salir rápido, el fútbol que se impuso en el Mundial. Todos comprometidos para la recuperación. Como recuerda el libro Legado la frase de Brad Thorn después del título mundial con los All Blacks: “Los campeones siempre dan un poco más”.
Griezmann maneja el tiempo y el resto maneja el espacio. Francia se comprime para robar y se expande para contraatacar. Justifica las victorias después de conseguido el gol. La acumulación de ese tipo de triunfos lo llevó a su segundo título mundial.